SE ACABÓ TU PARTIDA: BUEN VIAJE ABUELO

natalia olmo. Maminat, cosmética natural

He pensado más de diez veces si escribir este post o no hacerlo y, como ves, he decidido que sí. Que lo iba a escribir porque se lo merece, porque un alma de Maminat nos mira desde lejos y porque sé que le haría una ilusión tremenda. Sabéis de sobra que nuestro estilo no es el de escribir para vender y que hacemos las cosas de forma distinta porque verdaderamente creo que el mundo puede cambiar y que los verdaderos cambios empiezan por uno mismo. Detrás de un proyecto empresarial hay personas que, como tales, tienen sentimientos, familiares, unos días estamos contentos y otros nos asalta la mayor de las tristezas... Mostrarme como soy me hace más humana, mostrarme como estoy hace que el equipo de Maminat me vea un poco más auténtica y hace que las empresas tengan una forma más humana, al menos, desde mi punto de vista.

Hoy estoy mareada y triste. Ha fallecido mi abuelo y cuando hablo de Maminat, hablo siempre de él. Ha sido de repente, no nos lo esperábamos. Lo acabo de borrar como amigo de Facebook y prefiero conservar sus whatsapp del jueves pasado.

La historia más repetida en la familia

Juan, mi abuelo, se ha dedicado a salvar vidas. Era médico: reumatólogo y pediatra y le encantaba emprender. En los 70 decidió que montaría gimnasios con sauna y tiendas en su interior. Algo que había observado en Estados Unidos y se llevó la idea a Alicante. Sin embargo, en aquella época la gente no apostaba por este tipo de negocio pero, no me diréis, ¡que no fue un adelantado a su época!

Además, era un tipo que se cuidaba y, para ello, acudía a la peluquería con cierta frecuencia. Tener arregladas las patillas, la barba y el pelo era importante para él. Dentro de la peluquería en Alcoy (Alicante), conoció a Carmen, una de las trabajadoras. Ella, que sabía de la afición emprendedora de mi abuelo, le propuso un negocio que ella controlaba a la perfección. Le dijo "Don Juan, preparo cremas muy buenas. Aprendí a hacerlas en Francia. Creo que podríamos montar un negocio con lo que hago". Mi abuelo abrió los ojos y decidió apostar por los brebajes con aceites y plantas que preparaba Carmen. Él siempre me ha dicho "venga las ollas, las flores y aquello iba muy lento..." Así fue como mi abuelo, después de año y pico trabajando codo a codo con Carmen decidió abandonar aquel proyecto. Digamos que él era como el inversor de aquella mujer y se fijó más en el beneficio a corto plazo que en crear un negocio estable y consolidado.

Sin embargo, siguió teniendo buena relación con ella y, un año después de aquello, varios amigos quedaron juntos en la Plaza del Ayuntamiento de Alcoy y, entre ellos, estaba Carmen. Bajó de un cochazo impresionante de la época y, acto seguido le dijo a mi abuelo: "Ay, Don Juan. No sabe usted lo que se ha perdido. A veces hay cosas que van lentas pero eso no significa que no funcionen..." Y así fue como Carmen Vidal se convirtió en la fundadora de Germaine de Capuccini, una de las multinacionales de cosmética más "top" que existen y en una maestra de vida para mi abuelo y para todos nosotros.

Podéis imaginaros que hablar de cosmética en mi familia ha sido algo bastante habitual, como que todos han tenido ahí una "espinita". Cuando empecé a formular, mi abuelo me decía " A ver si vas a ser una Carmen. No desistas y, tranquila, que eso va poco a poco pero podrás". Y esa es la frase que se me queda en la memoria. Ahora, en la memoria de tu recuerdo.

Y os diré una cosa que me traigo al día a día: emprender es durísimo y en un país como el nuestro no es fácil. Tenemos muy polarizados el fracaso y el éxito y la sociedad nos exige que el crecimiento sea rápido, acelerado. Todo nos da miedo. Mejor dicho, a mí me da mucho miedo. Por eso, acordarme de la historia de mi abuelo con Germaine de Capuccini, lo que aprendió de aquel proceso me hace seguir en el camino porque, lo más importante en un negocio es crear algo sostenible. ¿No os parece? Si esto lo lee un inversor estará en desacuerdo conmigo pero, fijaos, tengo el ejemplo en casa.

Tres debilidades

Y mi abuelo siempre ha tenido tres debilidades: cigarro, Tita y fútbol. No es un juego de palabras esto que planteo, es la pura verdad. Mi abuelo empalmaba un cigarro con otro y hasta sus últimos meses de vida fumaba como un carretero. Lo dejó por su salud y por Tita, aunque el motivo de su fallecimiento nada tiene que ver con esto. Tita es mi abuela, su mujer y su gran debilidad. Siempre he dicho que nunca he visto a una pareja más unida que la de mis abuelos. Han recorrido el mundo juntos, han disfrutado como solo ellos han sabido hacerlo... un auténtico ejemplo. Pero Tita fue perdiendo la memoria, algunos de sus recuerdos... y ahora ya no sabe quién es Juan. El Alzheimer de mi abuela lo tenía deprimido y apenado y su esperanza siempre era que él no faltara antes que Tita para no dejarla sola. Pero no ha sido así. Tú te has marchado antes que ella y sé que es una de las penas que te llevas a la tumba. La tercera de las debilidades es el fútbol. ¡Qué pesado que has sido siempre con los partidos!

Y ahora...

Ahora te doy las gracias. Gracias porque a lo largo de tu vida hay muchas familias que te están agradecidas por haberles salvado la vida. Eres el vivo ejemplo de que "en casa del herrero, cuchillo de palo" y no ibas al médico nunca. Gracias porque me has hecho la nieta más orgullosa del mundo, porque sé que desde allá arriba estás sonriendo cuando sepas que te he escrito esto para contar una parte de ti y siempre seguiré tus consejos.

Hombre de pocas palabras pero exactas y justas, gruñón, cariñoso hasta las trancas, de los que sufren en silencio y gran jugador de dominó. Ayer se acabó tu partida.

Querido Juan: Todos cuidaremos de Tita PD: "Siempre en los tantos finales se lucha como chacales". Tu nieta mayor que te quiere y que se va a darte un adiós, Natalia Olmo
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